Cumpleaños de A. Todo sale mal. La chica que le gusta se sienta enfrente de él y no a su lado. Hay remontadas imposibles. Nacho Vegas canta: «Ya se fue el mío amor, lo sentí marchar. / Esta noche me voy a emborrachar. / Me voy a emborrachar, lo sentí marchar. / Ya se fue el mío amor, ya no volverá».
«Cuidado con la ternura. La literatura debe retratar la realidad tal como es (sucia, fea e injusta), no como nos gustaría que fuera.»
Escribí esta entrada hace unas semanas y no sé si sigo pensando lo mismo.
Dice Toni Servillo en Las consecuencias del amor que «el que sufre de insomnio solo tiene una obsesión: quedarse dormido».
Cambiar el tubo de la pasta de dientes después de varias semanas enrollándolo como si fuera un saco de dormir. Pequeños placeres del día a día.
«Y a mí me gustan las fiestas con mucha gente. Son muy íntimas. En las fiestas con poca gente la intimidad es nula», dice uno de los personajes de Scott Fitzgerald en El gran Gatsby. Hay una línea que une a Scott Fitzgerald con Jack Kerouac y Bret Easton Ellis. Siempre he pensado que son los tres escritores americanos que mejor han descrito la sensación de estar triste en una fiesta. Estar triste en un lugar en el que deberías de pasártelo bien. Estar triste pese a tenerlo todo para estar contento.
Jack Kerouac escribe en El camino la palabra triste (o derivados) ciento ocho veces y el verbo llorar treinta y tres.
«Nos marchamos después de que Trent y uno de los chicos de la U. S. C. se hayan caído sobre el árbol de Navidad del salón. Esa misma noche, algo más tarde, estamos en uno de los extremos de la barra en penumbra del Polo Lounge. Apenas hablamos.
—Quiero volver —dice Daniel, tranquilo, con esfuerzo.
—¿Adónde? —pregunto yo, inseguro.
Hay una larga pausa de esas que me sacan de quicio y Daniel termina su copa y manosea las gafas de sol que todavía lleva puestas y dice:
—No lo sé. Simplemente volver.»
Así termina la primera fiesta en Menos que cero de Bret Easton Ellis.
Escribe Zambra en «Mis documentos» que si alguien opinaba que hacía frío su abuela respondía «sobre todo que no hace calor». De los últimos días en Madrid solo puedo decir «sobre todo que no hace frío».
En mayo del año pasado estaba en el Warm Up con mi amigo Jorge. Entre concierto y concierto fuimos a mear a los urinarios portátiles que había a la derecha de uno de los escenarios. Un par de horas después volvimos a esos mismos urinarios, que esta vez estaban vacíos. Aun así nos colocamos cada uno en un extremo distinto. Es decir, nos colocamos frente al urinario en el que habíamos meado la primera vez. Cuando terminamos de mear, Jorge se rio y dijo «somos animales de costumbres».
Soy fiel defensora de que hay que sentarse enfrente de la persona que nos gusta!!
Nota al pie del desánimo
A veces todo sale mal.
La chica se sienta lejos.
Nacho Vegas canta lo que ya sabías sin decirlo.
Y uno se pregunta si toda la literatura no es solo eso: escribir desde la mesa equivocada de la fiesta.
Pero después, sin darte cuenta, cambiás el tubo de pasta.
Y eso, aunque no lo parezca, es una forma de seguir.
Los pequeños gestos no salvan la vida.
Pero la estiran.
Y con eso alcanza.
— Julián Morán